septiembre 09, 2009

Después del trabajo...viene el aseo


Después de un largo y pesado entrenamiento, ¿quién no ha sentido ganas de desatalajar rápidamente y llevar al caballo al establo?
Esta tentación la hemos sentido muchas veces, lo importante es que no la llevemos a cabo, pues como buenos jinetes JAMÁS debemos olvidarnos de los cuidados que viene después de la monta y que son tan merecidos

Primero un masaje
Una vez terminado el entrenamiento en el picadero, un trabajo de doma o cualquier otra actividad, debemos dejar que el caballo camine, despacio, por un período de tres o cuatro minutos. De esta manera la silla frotará su lomo, dándole un suave masaje y restableciendo una circulación normal, además el caballo se estirará y lentamente se enfriará y bajará sus pulsaciones.

Si nos encontramos en invierno o en un tiempo frio, se puede cambiar el masaje de la silla por un enérgico estregado. Lo que debes hacer es tomar un puñado de paja para limpiar el sudor y así reactivarás la circulación y evitarás el riesgo de malos enfriamientos.

Una fresca ducha
Siempre y cuando nos encontremos con una adecuada temperatura y si el caballo lo requiere, por que tiene barro pegado, está cansado o tiene los tendones débiles, es aconsejable darle un buen duchazo. Para que éste sea eficaz te recomendamos empezar por la parte baja de los miembros e ir subiendo. Si te encuentras en una época de mucho calo puedes, sin inconveniente alguno, empezar mojándole la cabeza, luego el dorso y las crines.

Una vez terminada la ducha es bueno darle una caminadita por el sol y después se debe volver al establo, a la sombra y bajo una temperatura fresca, pues si lo dejamos emparamado lo estaríamos condenando a un enfriamiento. Ya en el establo podemos intervenir con el secador o con un cepillo para hacer caer el agua restante.

Un vistazo a los tendones
Después de un entrenamiento o una salida a cabalgar, SIEMPRE debemos revisar los tendones de nuestra montura. Lo que debes hacer es tocarlos con mucho cuidado a lo largo y ancho con los dedos pulgar e índice y cerciorarte de que no haya ninguna deformación. Además puedes dejar resbalar, al mismo tiempo, tus manos sobre las dos extremidades opuestas y así identificar cualquier anomalía, como una zona de calor anormal o deformidad.

Una vez realizada estas tareas, que a nosotros como jinetes no nos cuestan mucho, pero que nuestros caballos agradecen como sólo ellos saben hacerlo, tu equino está listo para volver a el establo. Al que no le sobra echarle un vistazo y asegurarnos de que todo esté en orden.

Bibliografía
Enciclopedia Larousse del Caballo. Primera edición. Ediciones Larousse S.A. Dinamarca núm 81. México 06600 D.F.

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